La formación, aliada clave para afrontar los retos de la transformación digital

Nos encontramos en tiempos de constante cambio. No ha habido un momento en la Historia de la Humanidad con una velocidad de cambio comparable a la actual, y con unos ciclos de innovación tan cortos. La expresión “transformación digital” forma parte de nuestra cotidianeidad, es un late motiv de las empresas y los profesionales que no quieren quedarse atrás ante las posibilidades de desarrollo, crecimiento, e incluso supervivencia, que propone el futuro.

Por si eso no fuera suficiente, la pandemia provocada por el covid-19 ha resultado ser una nueva palanca de cambio que ha contribuido a acelerar ese proceso de transformación digital en muchos sectores de actividad. En un tiempo récord, miles de empresas se han visto forzadas a adaptar su actividad al ámbito digital.

En este contexto, mantenerse en continuo aprendizaje es vital para seguir el ritmo de transformación de las organizaciones. En definitiva, el reto de la transformación digital de los negocios se convierte en el reto de la transformación del talento.

Para entender esto, basta con detenerse en un dato que aporta el Foro Económico Mundial (WEF): para el año 2022, un tercio de las competencias básicas de la mayoría de las ocupaciones estará constituido por habilidades que hoy ni siquiera contemplamos. En el mismo sentido, la OCDE estima que en el 2022 el 42% de las habilidades básicas necesarias para realizar trabajos existentes cambiarán.

La mejor forma de mantenernos competitivos y seguir siendo útiles pasa por adquirir nuevas competencias y por desarrollar una gran capacidad de adaptación al cambio. Responder con rapidez a los cambios es algo que se puede trabajar, que se puede aprender. Esa capacidad para aprender nuevas habilidades a lo largo de la vida, para permanecer empleable a largo plazo, la denominamos “learnability”, y es uno de los rasgos más demandados del siglo XXI, hasta el punto de que ha venido a denominarse la “habilidad del futuro”.

Por supuesto, el conocimiento de las tecnologías digitales es fundamental, pero no es suficiente. Las personas debemos centrarnos en el desarrollo de habilidades que nos diferencien, en lugar de en aquellas que están siendo absorbidas por la tecnología. Me refiero aquí a competencias tan diversas como la capacidad para adaptarnos a cualquier circunstancia, las que se refieren a nuestra capacidad de gestionar adecuadamente las emociones, de empatizar o de entender lo que necesita el cliente, colaborar en red, o la capacidad para manejar un ingente volumen de datos y analizarlos para tomar decisiones.

En este sentido, las organizaciones juegan un papel vital, siendo los actores principales en cuanto a la apuesta por la formación se refiere. Es su responsabilidad apostar por la capacitación del talento y el reciclaje profesional, haciendo posible así la Transformación Digital e impulsando los cambios que necesitan a fin de mantener su posición en un mercado cada vez más complejo y competitivo.

Si bien la formación continua siempre ha sido uno de los elementos clave para mejorar la productividad de las empresas, ahora se ha convertido en la llave para dirigirlas en el camino de la Transformación y asegurar su viabilidad.  

Una tarea pendiente tanto para grandes como para pequeñas y medianas empresas que podrán afrontar, en parte, gracias al Fondo Next Generation EU de la Unión Europea, destinado a revertir los daños causados por la pandemia, de los que está previsto que España reciba 27.000 millones de euros, y hasta 144.000 millones reservados durante los próximos seis años.

Sin duda, una gran oportunidad que las empresas deberían aprovechar para consolidarse en su camino hacia la Transformación Digital, e igualmente una perfecta oportunidad para los profesionales, que podrán adquirir nuevas habilidades, posibilitándoles estar a la altura tanto para los empleos actuales como del futuro.

No quería terminar estas líneas sin destacar la importancia de nuestra responsabilidad individual.Nuestro éxito profesional viene determinado más que nunca por nuestra capacidad de adaptación al cambio, y por nuestra disposición para responsabilizarnos del desarrollo de nuestras propias competencias. Debemos adquirir un papel protagonista y ser agentes activos en este proceso de transformación del talento.

Autor: Francisco Hidalgo, director de Avanzza