- 22 marzo, 2021
- Posted by: Andrés Hidalgo
- Categoría: Noticias
Esta semana se cumple un año desde que nos vimos obligados a encerrarnos en nuestras casas a causa del COVID-19. Aprovechando esta peculiar onomástica, he querido hacer balance y compartir mis reflexiones.
Creo que todos recordamos – y recordaremos siempre, aquellos días de zozobra. Algo que jamás tendría cabida en nuestro imaginario sobrevino, de la noche a la mañana, con un impacto devastador: separando familias, cerrando comercios y, a los más afortunados, obligándonos a reinventarnos.
Como para muchas organizaciones, para Avanzza y su equipo fueron muy duras las primeras semanas, en las que reinaba la angustia y la incertidumbre: ¿cómo reaccionar ante semejante situación? ¿qué pasaría con nuestro negocio? Las cancelaciones de cursos presenciales habían empezado a llegar hacía ya unos días, pero la cosa fue a peor, cuando, tal vez superados por el impacto inicial, algunos de nuestros clientes empezaron a mandarnos comunicados suspendiendo contratos de prestación de servicios de manera inmediata y hasta nuevo aviso.
Nuestra reacción no se hizo esperar, y lejos de caer en el desánimo, la actitud del equipo fue admirable: tocaba actuar, y había que hacerlo con inmediatez y determinación. Creo que supimos transmitir al equipo que nuestro futuro estaba en el aire, pero al mismo tiempo, que salir de aquella situación con éxito solo dependía de nosotros.
En aquellos días, se tomaron decisiones, de manera urgente pero decidida, sospechando que podrían resultar determinantes en el devenir de Avanzza. Puede parecer sorprendente, pero el aislamiento nos unió como equipo, lo que choca más si tenemos en cuenta que varios de sus miembros se incorporaron durante el confinamiento. Solo importaba salir adelante, y nadie en Avanzza reservó nada para después: era el momento de darlo todo por el equipo.
Cómo lo hicimos
En pocas semanas, nuestro negocio sufrió una transformación, y no hay duda de que la capacidad de adaptación inmediata del equipo de Avanzza fue la clave del éxito.
A los pocos días de aquel fatídico 15 de marzo, ya habíamos adquirido la versión profesional de Zoom, la habíamos implantado dentro de nuestro LMS, y estábamos proponiendo a algunos de nuestros clientes empezar a desplegar formación presencial a través de aula virtual.
Poco después, se publicó en el BOE la Resolución del 15 de abril de 2020 del Servicio Público de Empleo Estatal, con medidas extraordinarias para hacer frente al impacto del COVID-19 en materia de formación profesional para el empleo en el ámbito laboral. Es obvio que estas medidas supusieron un impulso definitivo a nuestra estrategia, basada en evitar la inacción en materia de formación, derivando la actividad formativa a otros formatos, apoyados en la tecnología.
La pandemia y el confinamiento obligado que se decretó como medida desesperada para frenar el contagio, nos empujó a todos a tomar decisiones que debían haber sido tomadas con antelación y planificación. La Administración y los órganos competentes en materia de formación no fueron una excepción: igual que las empresas tuvimos que acoger el teletrabajo como modelo, no ya válido, sino necesario, el SEPE por fin tuvo que admitir que la formación a través de aula virtual debe formar parte de las opciones que las empresas tienen para formar a sus trabajadores.
La citada resolución fue recibida como una bocanada de aire fresco, y nos brindó el argumento decisivo para que las empresas terminasen de decidirse y se lanzaran a organizar formación con este nuevo formato.
Nuevamente, reaccionamos con gran agilidad, y en pocos días habíamos desarrollado los procedimientos necesarios para generar los informes y evidencias requeridas por el SEPE, incluyendo la posibilidad de que los alumnos y formadores pudieran firmar documentos de manera digital y en remoto. También tuvimos que ayudar a nuestros formadores a no quedarse atrás en esta transformación. También ellos tuvieron que reciclarse y contaron con todo nuestro apoyo: muchos de ellos no estaban familiarizados con las herramientas digitales, o sus recursos estaban totalmente diseñados para impartirlos de manera presencial.
El Aula Virtual ya era una realidad, y había llegado para quedarse. Todo un equipo detrás dando soporte, creando aulas y ayudando a los alumnos y formadores ante cualquier problema que pudiera surgir estaba en marcha y la transformación fue imparable.
Comenzamos a recoger los primeros frutos de nuestro esfuerzo: organizamos una primera tanda de 28 workshops relacionados con el crecimiento personal para Nokia TECSS con más de 300 profesionales inscritos. Pronto vino la segunda tanda; esta vez, con 29 talleres y casi 400 inscritos, y poco después una tercera, que superó cualquier expectativa, llegando a los 36 talleres y 499 personas inscritas.
El valor añadido de la formación a tus empleados
Nokia fue quién primero apostó y abrió el camino de Avanzza en este proceso de reinvención, pero le siguieron muchos otros muchos clientes, que supieron ver la importancia de la formación a sus empleados en cualquier contexto, lo que incluye situaciones tan delicadas en las que la formación demostró ser una herramienta de gran valor para mantener el vínculo emocional con los trabajadores, muchos de ellos aislados en casa, otros con su relación laboral suspendida, y que percibieron que en aquellos momentos tan difíciles, su empresa seguía apostando por ellos y por el desarrollo de su talento.
Todo esto hizo que se nos abriera un nuevo horizonte de posibilidades, y que muchas empresas confiaran en Avanzza para el desarrollo de programas formativos a medida y el despliegue de formación en cualquier formato.
En la actualidad, y tras grandes esfuerzos, podemos decir que nos encontramos con un escenario retador, pero favorable, en el que contamos con más herramientas y con tres modalidades de formación (e-learning, aula virtual y presencial), que pueden complementarse para seguir aportando valor a nuestros clientes.
Autor: Andrés Hidalgo, director de Avanzza